por breno melo

Entrenamiento a través de la enfermedad: una guía para atletas de resistencia


Cuando los atletas de resistencia se enfrentan a una enfermedad, la decisión de continuar entrenando o descansar puede afectar significativamente tanto la recuperación como el rendimiento. Esta guía explora cómo los atletas pueden afrontar el entrenamiento cuando no se encuentran bien, basándose en las últimas investigaciones sobre salud y en el asesoramiento de expertos.

La regla "por encima del cuello" revisada


La regla de "por encima del cuello" es una pauta que se sigue con frecuencia y que sugiere que si los síntomas se limitan a la cabeza (como congestión nasal, dolor de garganta o estornudos), por lo general es seguro continuar con el entrenamiento, aunque a una intensidad reducida. El ejercicio moderado en estas condiciones puede ayudar a despejar los conductos nasales y brindar un alivio temporal. Sin embargo, la intensidad de los entrenamientos debe reducirse significativamente para evitar exacerbar los síntomas o prolongar la enfermedad.

Según el Dr. Edward R. Laskowski de la Clínica Mayo, la actividad física ligera o moderada puede ser beneficiosa si los síntomas son leves y se extienden por encima del cuello. Sin embargo, es fundamental que los deportistas controlen la respuesta de su cuerpo y reduzcan la duración e intensidad del ejercicio en consecuencia (Clínica Mayo).

Síntomas de “por debajo del cuello” y entrenamiento de resistencia


En general, se desaconseja entrenar con síntomas "por debajo del cuello", como congestión en el pecho, congestión bronquial, dolores corporales, fiebre o malestar estomacal. Realizar actividad física con estos síntomas más graves puede generar mayores riesgos para la salud y tiempos de recuperación más largos. Entrenar con una infección sistémica, especialmente con fiebre, puede aumentar el riesgo de desarrollar afecciones como la miocarditis, una inflamación del músculo cardíaco que puede ser peligrosa, especialmente en entornos deportivos de alta intensidad.

Las investigaciones subrayan la importancia del descanso y la recuperación cuando los síntomas son más sistémicos o afectan el tracto respiratorio inferior, donde el esfuerzo físico continuo puede empeorar las afecciones y retrasar los procesos de curación (American Heart Association).

Correr cuando estás enfermo

Correr cuando se está enfermo requiere una consideración cuidadosa de la gravedad de los síntomas y del estado general de salud. En el caso de síntomas leves que afecten al cuello, como un resfriado leve o una congestión nasal, puede ser aceptable trotar o caminar suavemente. Sin embargo, es fundamental escuchar al cuerpo y detenerse si se siente peor. Si se experimentan síntomas que afecten al cuello, como tos, dolores corporales o fiebre, no se recomienda correr, ya que puede empeorar la enfermedad y prolongar la recuperación.

Entrenamiento con infección sinusal

Hacer ejercicio con una infección sinusal puede ser complicado. Si bien la actividad leve a moderada puede ayudar a mejorar el drenaje sinusal y mejorar el estado de ánimo, los entrenamientos intensos pueden exacerbar los síntomas. Si la infección sinusal está acompañada de fiebre o malestar significativo, es mejor descansar hasta que los síntomas mejoren. Priorice siempre la hidratación y evite los ejercicios que puedan aumentar la presión en los senos nasales, como levantar objetos pesados ​​o actividades de alto impacto.

¿Sudar ayuda cuando se está resfriado?


La idea de que la sudoración puede ayudar a "eliminar" un resfriado es una creencia común, pero no es del todo exacta. Si bien el ejercicio moderado puede ayudar a despejar la congestión nasal y aliviar temporalmente los síntomas, la sudoración excesiva causada por el ejercicio intenso puede provocar deshidratación y empeorar los síntomas. La clave es el equilibrio: el ejercicio ligero en un entorno cómodo puede ser beneficioso, pero esforzarse demasiado puede ser contraproducente.

Consideraciones especiales para el COVID-19


Los atletas que se recuperan de la COVID-19 deben tener especial cuidado debido al impacto del virus en los sistemas cardiovascular y respiratorio. La Asociación Estadounidense del Corazón recomienda evitar toda actividad física durante el período de aislamiento recomendado por los CDC de al menos 10 días después de la aparición de los síntomas o de un resultado positivo en la prueba. Después de este período, los atletas solo deben reanudar el entrenamiento de manera gradual, controlando de cerca la aparición de síntomas como dolor en el pecho, palpitaciones, fatiga excesiva o dificultad para respirar.

Estrategias de entrenamiento durante la enfermedad


El equilibrio entre el ejercicio y la función inmunológica desempeña un papel crucial en la toma de decisiones sobre el entrenamiento durante una enfermedad. Si bien el ejercicio moderado puede fortalecer el sistema inmunológico y puede ser beneficioso durante enfermedades menores, el ejercicio intenso o prolongado puede suprimir las funciones inmunológicas y hacer que el deportista sea más susceptible a las infecciones.

Las recomendaciones de Precision Nutrition sugieren ajustar el entrenamiento en función de la ubicación y la gravedad de los síntomas. Los atletas con síntomas leves "por encima del cuello" pueden continuar con el ejercicio de baja intensidad, mientras que cualquier síntoma "por debajo del cuello", fiebre o malestar generalizado debe indicar un descanso completo. Después de la recuperación, un retorno gradual al entrenamiento completo debe reflejar la duración del descanso para prevenir recaídas o lesiones (Precision Nutrition).

Conclusión


Los atletas de resistencia deben abordar el entrenamiento durante la enfermedad con precaución, priorizando la salud y el rendimiento a largo plazo. Al adherirse a las pautas "por encima del cuello" y "por debajo del cuello" y ajustar el entrenamiento según la gravedad de los síntomas, los atletas pueden administrar sus programas de entrenamiento de manera efectiva sin comprometer su salud. Siempre se recomienda consultar con un proveedor de atención médica para adaptar las decisiones a las necesidades y objetivos de salud individuales.